Universitario busca prevenir enfermedad de Parkinson con uso de Valeriana

Dicha investigación forma parte del Fondo de Proyectos Especiales de Rectoría (FOPER).

 Alfredo Rodríguez Cruz, estudiante del Doctorado en Ciencias Químico-Biológicas, de la Facultad de Química, desarrolla un tratamiento preventivo contra el Mal de Parkinson por medio de la planta medicinal Valeriana, a través del proyecto “Efecto de la Valeriana officinalis y el ácido valerénico en la neuroinflamación y neurodegeneración en un modelo de la enfermedad de Parkinson, inducido en ratón”.

 Dicho trabajo cuenta con el apoyo del Fondo de Proyectos Especiales de Rectoría (FOPER) y tiene como finalidad determinar el efecto que podría tener el ácido valerénico –contenido en la Valeriana– en la prevención de enfermedades neurodegenerativas, como la Enfermedad de Parkinson y, con ello, conocer si se puede retrasar la aparición de los síntomas o evitar que aparezca este padecimiento en adultos mayores.  

 La Valeriana ha sido utilizada ampliamente en la medicina tradicional por sus propiedades terapéuticas, principalmente, para combatir trastornos relacionados con el sistema nervioso. Además, se le atribuyen otras propiedades curativas como auxiliar en depresión y ansiedad; como ansiolítica, antiespasmódica, y antiinflamatoria; combate el estrés y evita el insomnio, entre otras propiedades.

 Ahora, el  joven investigador ha advertido que esta planta también ofrece efectos de protección neuronal al funcionar como antioxidante y como modulador del sistema inmune, protegiendo así del efecto neuroinflamatorio y neurodegenerativo del cerebro de los seres humanos.

 “Esta investigación va encaminada a proteger las neuronas, en este caso proponemos la forma antioxidante y como inmunomodulador, ya que la parte del sistema inmune en la cuestión cerebral funge una función muy importante; de igual forma, estamos buscando que este compuesto tenga un efecto benéfico este compuesto y determinar cómo se lleva a cabo. Posteriormente, ya que se tengan todas esas bases, poder proponer, ya sea la molécula como tal para desarrollar un fármaco, como un compuesto estandarizado o simplemente probar con una infusión o un té, de tal forma que también ayude a la sociedad en la cuestión económica”, resaltó el universitario.

 La enfermedad del Parkinson es una neurodegeneración que consiste en la degradación de las neuronas dopaminérgicas, células nerviosas del cerebro que producen la  dopamina; esta sustancia es responsable de ayudar a los movimientos del cuerpo y de regular el estado de ánimo de una persona, por lo que la falta de ella provoca un proceso de movimientos involuntarios exacerbados.

 “Puede desarrollarse por factores ambientales; uno de ellos es cuando las personas están expuestas a pesticidas o a efectos de compuestos contaminantes”, puntualizó el joven investigador.

 De ahí surge la necesidad de plantear este trabajo derivado de la medicina tradicional que constituye una opción de bajo costo; de comprobarse, serviría para incentivar a la población a probar esta alternativa y prevenir la aparición de esta enfermedad, ya sea por cuestiones ambientales o de forma hereditaria.

 “Existen ciertos factores ambientales que detonan esa problemática o esa neurodegeneración, entre los cuales puede ser el contacto con pesticidas, lo cual se ha estudiado que sí son determinantes, también los factores de contaminación, como bióxido de carbono (CO2), monóxido de carbono (CO), ozono (O3) y metales pesados que son desprendidos del rodamiento vehicular; todo esto, se aloja cerebralmente  y degrada las neuronas”, detalló.  

 Dicho padecimiento comienza a desarrollarse desde veinte años antes de tener algún síntoma, es decir, cerca de los cuarenta años de los pacientes, con una sintomatología temprana como insomnio, depresión, ansiedad, problemas de estreñimiento, entre otras; sin embargo, es hasta  los 60 años cuando se determina específicamente sí se trata de la enfermedad del Parkinson, con tres síntomas principales que son: desequilibrio en la marcha, temblor en reposo (que  se muevan mucho las manos de forma involuntaria) y los movimientos lentos incontrolables.

 Además,  en esta investigación colabora la estudiante de la Licenciatura en Químico Farmacéutico Biólogo, Elizabeth Barajas Conejo y cuenta con la asesoría de la Dra. Laura Cristina Berumen Segura, docente de la Facultad de Química.

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