“Claroscuros financieros, la realidad en Querétaro” Jesús Roldán Acosta.

“Frecuencias”

La espiral del tiempo, acompañada de las recurrentes crisis económicas se repite una y otra vez en México. La desafortunada y fatídica frase de “hay que apretarse el cinturón” forma parte ya muy familiar y de la mente del mexicano común.

Sí, de aquel que, pese a que proviene de “la cultura del esfuerzo”, como hace tiempo lo externara el malogrado político sonorense, Luis Donaldo Colosio Murrieta, no logra levantar gran vuelo en su ámbito personal. Debido, entre otras razones, a los vaivenes económico-financieros de un país, cuyas autoridades gubernamentales no han sabido recomponer el control del barco, que como ahora, zozobra.

Mucho se le achaca a problemas exógenos. Son muchos los funcionarios federales mexicanos los que han asumido su ineptitud e ineficacia para dirigir bien los destinos de nuestra economía de manera sostenida y con buen ritmo.

Hay en el ambiente un sentimiento de coraje, clamor, rencoroso reclamo, ya que, muchas familias viven al día, casi “tronándose los dedos”, por saber de qué manera se enfrentará el día siguiente.

Lo mismo sucede, en otra escala, en el estado de Querétaro, donde el gobernador electo, Francisco Domínguez Servién asumirá su mandato sexenal a partir del próximo primero de octubre y el cual –al parecer- no arribará de manera cómoda, al menos en cuanto a las finanzas estatales. Derivado de una serie de factores, como los serios ajustes a las finanzas públicas federales, que repercutirá en el ámbito estatal, así como al agotamiento de los recursos financieros y sobre todo, por el incumplimiento de obras de infraestructura, que desde hace algunos meses, ha evidenciado la administración, que por casi seis años condujera José Eduardo Calzada Rovirosa y en los últimos treinta y un días, por sólo aparentar que se gobierna, con Jorge López-Portillo Tostado.

Como sabemos, Calzada Rovirosa ahora como titular de la Sagarpa se encuentra muy cobijado por el ejecutivo federal.

Si en algún momento a José Eduardo Calzada Rovirosa algunos columnistas y periodistas de circulación nacional e impresos en el Distrito Federal, que desde allá y sin conocer la realidad concreta de nuestra entidad se permitían comentar que Calzada Rovirosa era el mejor gobernador de México, me imagino que mediante las consabidas “igualas mensuales” provenientes de la oficina de Comunicación Social del gobernador Calzada Rovirosa, misma que coordina Abel Magaña. Luego entonces, uno se pregunta: ¿cómo estarán los restantes gobernadores del país?

Por cierto, desde hace unos meses a la fecha, el área estatal de Comunicación Social, administrada por unos cuantos días más por Abel Magaña ya agotó recursos para medios nacionales y únicamente dejará escasos 4 millones para algunos medios locales.

Pasando al tema de la inseguridad ciudadana observamos que para el pasado mes de Febrero, el estado de Querétaro permanecía en el lugar 17 de 32 estados y registraba una incidencia delictiva de 2,732, se ubicaba debajo del estado Michoacán, Guerrero, Nuevo León, Tamaulipas; la tasa media nacional era de 3,496 delitos por cada 100 mil habitantes.

Adicionalmente, tenemos que nuestra entidad registraba datos estadísticos significativos referentes al estado que guarda el mercado laboral. Por ejemplo, para el segundo trimestre del 2015, el 45.2% de las personas se dedicaba a laborar en el renglón de la economía informal. Ante la falta de verdaderas oportunidades para conseguir un trabajo fijo.

En contraste, México registra una tasa total del 57.8% de personas dedicadas a la economía informal. Según cifras recientes del Coneval, uno de cada dos mexicanos vive en situación de pobreza (55 millones de personas); otros 7.5 millones se ubican en niveles de sobrevivencia, con graves problemas de alimentación.

Hay cifras más alarmantes, como aquellas elaboradas en el ámbito académico, los cuáles señalan que la pobreza suma 100 millones de mexicanos que deambulan en la precariedad. Sin que resuelvan al menos uno de los cinco satisfactores básicos de vida: salud, alimentación, educación, vestido y vivienda.

Asimismo, destacan los siguientes datos (a julio del presente año), la cantidad de empleos formales registrados en los municipios de la zona conurbada de Querétaro eran del orden siguiente: Querétaro (310,268); El Marqués (52, 234); San Juan del Río (51,732); Corregidora (22,051); Huimilpan (670 empleos formales).

En contraposición encontramos a las siguientes demarcaciones menos favorecidas: Arroyo Seco (35); Tolimán (136); Landa de Matamoros (32); Peñamiller (8); Pinal de Amoles (139); y Jalpan de Serra (con 509 empleos formales).

Claro que sabemos que el indicador más común para evaluar los estándares materiales de vida y de las posibilidades de consumo de la gente y su correlato son los índices de nutrición, la expectativa de vida y el acceso a los bienes y servicios.

Más aún, tenemos el apartado del incremento de la población, que supera con creces el aumento de los beneficios de las actividades económicas, con el consabido deterioro en la calidad de vida.

Ejemplos del país en cuanto al ingreso per cápita anual, tenemos a las entidades federativas que más destacan: el registro más alto es el Distrito Federal, con $252,216 pesos; Nuevo León con $195, 130 pesos; Querétaro, con $139,030 pesos; Aguascalientes con $117, 447 pesos; siguen Jalisco con $106, 174 pesos; Veracruz con $85,241 pesos; y el Estado de México, con $72, 836 pesos.

Un deprimente caso comparativo lo ubicamos en los Estados Unidos de América vis á vis el de México, donde el salario promedio mensual de un ingeniero en sistemas que desarrolla programas de software empresarial que labora en la unión americana asciende (equivalente en pesos mexicanos) a unos $125 mil pesos mensuales; a diferencia del salario medio de un profesional mexicano que labora en nuestro territorio y que contando con ese mismo nivel profesiográfico devenga a lo sumo –un promedio anual- de $192,000 pesos mexicanos.

La lógica dicta que se aprende de los aciertos y fracasos de propios y de extraños.

La austeridad.
Sin embargo, el pretexto oficial de llevar la austeridad a un plano presente se enmarca, entre otros factores, a la depresión internacional de los precios relacionados con los negocios petroleros (que se han visto reducidos al 8.4% del PIB en tres años recientes) y de la correspondiente liquidez de la divisa estadounidense que nutre al presupuesto y a la economía mexicana; el deterioro externo y al amenazante “Presupuesto con Base Cero” y a los recortes para inversiones y a la era de magros recursos públicos que quieren hacerse presente.

Desde luego que en mínima proporción el ajuste a los precios del petróleo han sido paliados por los ingresos tributarios que pasaron del 8.4% del PIB (en 2012) a más del 13.6% (al primer semestre del 2015); es un aumento recaudatorio sin precedentes. Buena parte de lo cual descansa en los impuestos especiales al consumo de combustibles, como la gasolina. Otro se debe a impuestos en la comida “chatarra” y a las bebidas azucaradas, vinos, entre otros.

Adicionalmente, no se ha dado una significativa reducción del gasto público federal y de los estados, salvo reducida cantidad para atemperar un poco los recursos del 2016.

Todo ello ha favorecido que no se haya registrado seria caída en el incremento económico de México. Sin embargo, existe un componente negativo, traducido en el déficit y mayor endeudamiento público. Ejemplo, como porcentaje del PIB tenemos que pasó del 38.5% (2012) al 48%, en 2016.

En síntesis, en estos últimos tres años, la tasa de aumento ha sido muy modesta, aunque con cierto nivel positivo; prevalece una inflación del 3% anual.

Al gobierno federal, no escapan los gobiernos estatales, les corresponde realizar el ejercicio de cordura macroeconómica en el manejo articulado e integral del presupuesto y no realizar dispendios; es decir, decrecer el gasto y atraer más inversiones extranjeras y nacionales productivas y fomentar la oferta de mayores niveles de contenidos locales (valor agregado doméstico, que impulsen al sector productivo local), así como elevar los ingresos de la población trabajadora.

Si se llevan a efecto los planes de austeridad, éstos deben considerar una mejor conducción, propia de un gobierno sobrio, eficiente, eficaz e inteligente, para que todo ello beneficie a la sociedad que representa.

Para tan pronto Francisco Domínguez Servién asuma el gobierno del estado de Querétaro, la gente le requerirá soluciones necesarias y tangibles, que atiendan los problemas complejos que a diario enfrentan, como mejoría de la seguridad ciudadana y del transporte público, además de la necesidad de fomentar nuevos espacios de trabajo.

De esa manera, la administración de Domínguez Servién mostrará credibilidad y favorecerá la confianza de todos los queretanos y no la de unos cuantos.

El país y las entidades federativas como Querétaro, requieren de efectivos dirigentes profesionales, que antes de pensar en el porvenir personal trabajen con pundonor y suden la camiseta, que den la cara a la ciudadanía y que eliminen el prevaricato y enriquecimiento de los suyos.

Desde luego, que el tema de los “moches” tiene que estar muy presente, como consigna diaria entre todos los funcionarios públicos, so pretexto de, que al no hacerlo, sean despedidos y de inmediato castigados severamente. Con el erario público no se juega.

Cómo no recordar a los que han sido gobernadores de Querétaro, salvo unos cuantos y muy contaditos, como los dedos de una mano, los más brillaron por ser miembros de “castas” de hijos o de sobrinos; se tornaron soberbios y se creyeron inmunes y proclives a la adulación y, sobre todo, estuvieron bajo el manto del insaciable frenesí, sustento lesivo del poder.

Muchos ciudadanos esperan que la administración del gobierno estatal de Francisco Domínguez Servién genere confianza y credibilidad de la gente común y que no se repliquen ese tipo de acciones deleznables ya descritas.
Twitter:@Jroldana

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