La muñeca Lele: símbolo de identidad que se vende a distintos precios y con diferentes valores

En Querétaro, la muñeca artesanal Lele, símbolo del orgullo indígena otomí y Patrimonio Cultural del Estado, vuelve a ser tema de conversación. Y no por su belleza o significado, sino por la diferencia abismal entre el valor que se le da en las tiendas departamentales y el que recibe en las calles del Centro Histórico.

Mientras que en Liverpool, una muñeca similar a Lele se comercializa entre 679 pesos la más pequeña y 1,089 pesos la mediana, en el Centro Histórico de Querétaro, las artesanas otomíes ofrecen las suyas entre 150 y 500 pesos, dependiendo del tamaño y los detalles de bordado.

La diferencia no solo está en el precio, sino en la esencia y el trabajo detrás de cada una. En los anaqueles de las grandes tiendas, las muñecas tienen ojos y boca pegados o pintados, hechas en serie con materiales industriales; en cambio, las que venden las mujeres indígenas están bordadas a mano, con telas tradicionales, listones coloridos y un significado cultural que trasciende el comercio.

Aun así, en las calles se repite una escena común: la gente regatea. Muchos piden descuentos a las artesanas, sin detenerse a pensar en las horas invertidas, la precisión de las puntadas o el legado que representan. En cambio, en los grandes almacenes, nadie discute el precio. Se paga lo que se marca en la etiqueta, sin cuestionar cuánto de ese dinero realmente beneficia a las manos que dieron origen a la tradición.

La Lele no solo es una muñeca. Es una expresión viva de la cultura otomí, del trabajo de las mujeres queretanas y del valor que la sociedad otorga —o no— al arte indígena. Su precio debería medirse no por el lugar donde se vende, sino por la historia y dignidad que encierra cada una de sus puntadas.

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