¿CORRUPCIÓN EN EL MEDIO PERIODÍSTICO? HÉCTOR PARRA

TRAS LA VERDAD

El diferendo surgido entre el Presidente Municipal de San Juan del Río y el medio impreso más antiguos en Querétaro, por aquello de los “moches”, me trae a colación una frase que dijera un corrupto periodista: “Mis asuntos los resuelvo con la pluma”.

 También recuerdo una plática que sostuve con un expresidente municipal de San Juan del Río, no hace mucho, quien se quejaba de la conducta “gansteril” del director de un periódico surgido después de haber sido despedido de otro medio impreso; la queja consistía en la exigencia de dinero para que se le diera buen trato en las páginas de ese periódico; el problema, además del millón de pesos que le exigía, era que no habría factura de por medio ¿Cómo? Le propuse denunciarlo, sin embargo otros le sugirieron negociarlo.

 Resulta obvio, pero necesario, afirmar que la gran mayoría de los periodistas queretanos son gente bien, profesionales, honestos; pero, entre ellos hay quienes quieren enriquecerse y vivir con lujos por medio del periodismo corrupto; ir a restaurantes y que no les cobren, por ejemplo, de lo contrario hablan mal en las páginas de ese medio. Otro, un exresidente Municipal, de Querétaro, pagaba todas las cuentas de un periodista y su familia, cuando aquel era Director. Las experiencias se han vivido.

Basta ver qué periodista vive con lujos, más allá de las posibilidades de sus ingresos para darse cuenta de inmediato de la realidad. Esos pillos, cuando también se han trepado en la radio, cobran las entrevistas –sin factura de por medio-; a los políticos los esquilman para hablar bien de ellos, de lo contrario publican notas “negras”.

En el caso de San Juan del Río, las partes en conflicto han expresado sus opiniones; contrarias por supuesto. Cada quien defiende su posición. El asunto ya se llevó al medio impreso y nadie más le ha dado espacio para no contaminarse del problema. No es necesario tomar parte, es problema de dos. No hay que hacer olas dicen algunos.

Lo cierto que siempre ha existido opacidad, además de preferencias en la distribución de los recursos públicos en la contratación de publicidad con los entes gubernamentales. Unos reciben contratos millonarios, otros se conforman con migajas. A unos los premian a otros los castigan. Ello debido a la falta de reglas, no hay normatividad aplicable en estos casos, así que todo depende de la voluntad del “pagador” del momento, de la simpatía o animadversión que se tenga con el prestador del servicio. Es dura la puja para conseguir los contratos.

Unos cobran por no hacer nada, apenas si publican información; otros mienten con aquello del “tiraje” de ejemplares o de la cobertura para cobrar más, etcétera. La mayoría bebe de esa fuente inagotable de riqueza: el presupuesto público. Claro que también existe políticos corruptos que pagan con dinero público grandes cantidades para promocionarse gratuitamente, viven de la publicidad y poco les importa el derroche, primero está la imagen del político. Este es otro problema.

Ni todo es tan malo, ni todo es tan bueno en el medio periodístico, en cuanto a las relaciones que se tienen con los entes públicos, con las excepciones del caso. Y eso bien lo saben los amigos periodistas, nada fácil difundirlo. Las experiencias saltan a la vista. Y si de televisión se trata, es lo mismo. Ahora con los medios informáticos la baraja se ha abierto mucho más. Todos quieren entrarle al juego de la publicidad. Y como cualquier empresa mercantil, están en su pleno derecho, es legal. No hay de qué ni por qué espantarse. Siempre y cuando haya transparencia y en el juego se establezcan con claridad reglas para acceder a los contratos de publicidad.

Pero, de que hay pillos en el medio periodístico, claro que los hay, en ese mercado todos lo saben, pero nadie alude a los pillos, se convive con ellos, son como de la familia. Sería bueno, aprovechando el diferendo público, que los legisladores se empeñen en crear la normatividad clara y precisa, crear normas y transparentar el uso de los recursos públicos en la contratación de publicidad gubernamental. Así se abriría a la libre competencia con reglas claras y se mejoraría el servicio de la empresa de publicidad. Así de fácil.

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