¡EN QUERÉTARO NO PASA NADA! Alfil

Tras la Verdad
Durante la pasada campaña electoral, como parte del desprestigio hacia el gobierno de Calzada, permeó la frase: “En Querétaro no pasa nada”. En tanto que casi a diario se reportaba algún delito. Como complemento se proponía que, llegado el nuevo gobierno los delitos cesarían ¡Y la criminalidad en Querétaro continúa igual!Solo los tontos pudieron imaginar que, cambiando un gobierno los delincuentes también cambiarían de actitud y de un día para otro se portarían bien. Solo se trató de una campaña política metida en asuntos de criminalidad. En más de alguna ocasión en esta Columna lo comentamos, sin embargo en las redes sociales aquellos que hoy ya gozan de un empleo en alguna dependencia pública, no han vuelto a salir a las redes a confirmar lo que entonces prometían: que la delincuencia desaparecería. Las cosas continúan igual.

No en balde también –a fuerza de reconocer la verdad- el mismo Marcos Aguilar Vega, entonces candidato mencionó que no se debiera mezclar en campañas políticas los problemas delincuenciales; que estos merecen trato a parte. Palabras más, palabras menos.

El fenómeno de la criminalidad en Querétaro no nació en un sexenio ni se terminará en otro sexenio. Lo importante es contener la delincuencia y evitar que se asienten grupos criminales llamados organizados. Los fenómenos de la criminalidad no tiene un solo origen, son varios padres y madres que les dan vida. Que si la falta de empleo, que si la falta de educación, que si la falta de oportunidades, que si las influencias de otros lares, que si el exceso de dinero de algunos y la escases de otros; son pues variados los orígenes de la criminalidad. Bueno algunos orígenes se basan en el poder de poder hacer lo que les venga en gana a los delincuentes.

El mismo día del cambio de gobierno los medios de comunicación daban cuenta de una mujer degollada. Y tras este homicidio continúa la cadena de delitos, los cuales, según los promotores de la campaña de: “En Querétaro no pasa nada”, cesarían como por arte de magia al cambio de gobierno. Esa idea vendieron como pate del cambio. Y no, los sucesos continúan igual. Los mandos cambiaron y no ha mejorado la seguridad. Para colmo, filman a un funcionario de San Juan del Río, en completo estado de ebriedad al mando del volante de su automóvil –estaba estacionado, con la puerta abierta- y lo suben a las redes sociales, como muestra de las debilidades del ser humano, a pesar de los cambios de autoridades y de partidos en los gobiernos.

Lo cierto que, de resolverse el problema de la inseguridad que ha venido avanzando en Querétaro, no será de un día para otro; tampoco en un par de meses. Primero se requiere la esencia de inteligencia antes que la fuerza. La fuerza puede estar al borde de la represión. ¿Cuáles son las zonas criminógenas en el Estado? ¿Qué tipo de delitos se cometen con mayor frecuencia? ¿Cuál es la fuerza numérica y organizativa de la delincuencia? ¿Son delincuentes locales o de paso? Etcétera. Todo un diagnóstico es necesario para atacar el mal, el cual seguramente no hicieron ni dejó la pasada administración, dado que jamás lo comunicaron a la sociedad.

Por supuesto que la misma autoridad se autoevalúa para saber si es capaz de hacer frente eficiente y eficazmente a la delincuencia; luego vendrán los plazos, en cuánto tiempo se minimiza la fuerza de la delincuencia y así sucesivamente. Importante medir fuerzas. Ahí está en ejemplo del gobierno federal; seis años de Felipe Calderón y tres de Enrique Peña y la delincuencia organizada y desorganizada no ha sido minada. Muchas bajas, medianos resultados. Los delincuentes proliferaron ante la falta de seguridad que los contuviera, además de la corrupción, amenazas y muertes para los que no cooperan. Sumado a la “criminal” división de la sociedad, que en ocasiones parece –otras es real- defender al delincuente y hacerlo pasar como víctima de atropellos de la autoridad.

Esta es pues parte de la cruda realidad. La delincuencia no nace ni desaparece de un día para otro. Necesitaremos un buen tiempo para recomponer el estado social de paz y armonía que nos fue hurtado por unos cuantos. Lo otro fue una cruel “campaña política de engaño” para aquellos que pensaron que al cambio de gobierno la delincuencia desaparecería, aquellos que se dejaron llevar por falacias de unos cuantos; por cierto no fue una campaña institucional partidista, pero sí arropada como estrategia publicitaria.

Los queretanos estamos conscientes de la dificultad que encierra terminar con la delincuencia por más expertos que se contraten; pero la experiencia de estos es buena, experiencia que los resultados nos darán la respuesta. Será necesario dar tiempo a la autoridad para atender lo que se descuidó por desdén o incapacidad. También es fundamental la participación ciudadana en los problemas de seguridad. La amalgama, la simbiosis que conjugue y fortalezca a los buenos en contra de los malos. Habrá que esperar poco a poco los resultados del cambio de mandos.

Héctor Parra Rodríguez

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