ENTRE DESAIRES Y RENUNCIAS: ALFIL

TRAS LA VERDAD

Como era de esperarse, el Consejo Político Estatal del PRI, se vio desairado; aquellos tumultos de hace apenas unos días, desaparecieron; la mayoría de los sonrientes y alegres candidatos y candidatas perdedoras no asistieron. Solo las y los leales asistieron a la sesión.

 A pesar de los desaires la convocatoria del dirigente estatal Mauricio Ortíz Proal, tuvo éxito, 300 consejeros aproximadamente se congregaron en el salón Luis Donaldo Colosio Murrieta. Además del orden prevaleció la camaradería entre los asistentes.

 Apreciamos la timidez de algunas y algunos consejeros, como tratando de pasar desapercibidos entre el nutrido grupo; a diferencia de los tiempos de repartición de candidaturas y lucimiento del poder, entonces peleaban los primeros lugares, saludaban y sonreían a cual más; ahora no, callados ocuparon lugares antes insospechados.

 El orden del día programado se aprobó en sus términos, lo importante era validar la elección estatutaria y por tanto legal de la fórmula de Manlio Fabio Beltrones y Carolina Monrroy del Mazo, a fin de estar en sintonía con el Consejo Político Nacional. La lectura del acuerdo fue aceptado en sus términos, aprobándose por unanimidad.

 El discurso político de Mauricio Ortiz, fluido y bien sustentado fue aplaudido sin mayores aspavientos. Son otros momentos. Asistieron las y los pocos que ganaron las contiendas en las pasadas elecciones, diputadas y diputados electos, así como presidentes municipales. Claro, la mayoría de aquellos que dejarán próximamente sus cargos no asistieron, seguramente porque no les interesaba asistir y por la entrega de la administración pública.

 También se notó la ausencia de algunos “interesados” dedicados a la venta de publicidad política; ahora se les ve cerca de los actores que ganaron las elecciones, como aquel del “dos a uno” o “ya ganó”; dejó de perseguir a quien fuera el candidato al gobierno del Estado, Roberto Loyola, quien, por cierto, ya no tuvo esas interminables filas de personas que quería la “selfi” o la audiencia para pedir algo; ya no estaban, no asistieron peticionarios, ni hubo audiencias masivas. Tampoco las hubo para Manuel Pozo Cabrera, el séquito que los rodeaba ya no estaba. Así es la política y así se vivirse ¡Vida el rey; muera el rey! Las traiciones de siempre ¡Ah, pero no entienden!

 Trascendió que se ha generado una la avalancha de renuncias a la militancia priista, sobre todo de funcionarios; dicen que buscan brincar el escollo para repetir con el gobierno panista. Deseable –dijeron- que se dé a conocer la lista de las y los desertores. Se les terminó el gusto, regresan a sus querencias. Si bien en algunos casos no se puede hablar de traiciones, sí de torpezas de premiar a quienes solo buscaron la oportunidad de ser priistas por el derecho al empleo, una vez cubierto el requisito y dado que ya no sirve –para ellos y ellas- ser priista, abandonan el deteriorado barco que zozobra. A esos y esas siempre se les identificó como oportunistas, pero aquellos que los encumbraron fueron los culpables de los desaciertos. En tanto que a otras y otros priistas se les dejó fuera de la jugada.

 Una buena sesión “ordinaria” de Consejo Político. Los que sabemos de estos vaivenes, opinamos con toda oportunidad, pero a nadie hizo caso, las y los desertores se deslumbraron con “cuentitas de vidrio”; y querían repetir otros años más. Bueno, algunos de esos desertores incluso lograron la jubilación formal. Ya no necesitan al PRI. Por esta y otras razones más, se dio la debacle que ya se veía venir y nadie quiso ver. Esas y esos –se sabe quiénes fueron- que generaron la inconformidad e inestabilidad, ya no asistieron, se escondieron, dejó de interesarles el priismo; hoy buscan la querencia del panismo como el badajo de las campañas, van de un lado a otro para hacer ruido.

 En conversación con las y los priistas leales de verdad, las conclusiones fueron las mismas. Aun molestos y decepcionados por los acontecimientos recientes, afirmaron seguir de pie, firmes y sólidos, en espera de los cambios en Querétaro, para volver a trabajar y darle forma al verdadero priismo, sin simulaciones, sin traiciones, sin arribismos ni oportunismos. Después de varios años, nuevamente se volvieron a congregar las y los verdaderos priistas; el entreveramiento de las generaciones que permite la permanencia y subsistencia de todos los partidos políticos: jóvenes y no tan jóvenes. Ahí estuvieron manteniéndose solidarios ante las adversidades.

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