“Blandengue Seguridad y Justicia en México” Jesús Roldán Acosta

“Frecuencias”.

Así se han conducido las autoridades federales mexicanas en la mayor parte de los sonados donde se han estado presentando sucesos de corrupción, impunidad, que lo mismo experimentan fugas de importantes reos, como el reciente de Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera, como la liberación por falta de suficientes pruebas de los hijos de Vicente “El Mayo” Zambada, como del líder del Cárte de Jalisco “Nueva Generación, conocido por el mote de “El Mencho” y del hijo de éste (el “Menchito”). En las tierras jaliscienses el apelativo de “mencho” es sinónimo de estúpido, o pendejos; sin embargo esta clase de personas lo que menos tienen es ser pendejos, son muy astutos y sanguinarios.

O de las tres veces que el “Menchito” fuera absuelto por las autoridades policiacas y judiciales jaliscienses; o de la permisividad de un Juez federal para que Rafael Caro Quintero no concluyera su encarcelamiento que debió haber cumplimentado por 40 años; entre otros más.

Mientras tanto, el “elefante blanco” burocrático del Consejo de la Judicatura Federal, que por cierto también preside el Magistrado presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), se hace de la vista gorda y no supervisa  ni castiga a los pésimos y coludidos Jueces, cuyas sentencias, muchas ocasiones benefician a los propios narcotraficantes, en consecuencia, no purgan condenas.

Pues bien, comentábamos que los funcionarios públicos encargados de impartir justicia y de cuidar el orden y tranquilidad de la ciudadanía en su mayoría han sido cómplices y omisos en cuanto a que no propician que las “medidas de seguridad” se ejecuten a pies juntillas; por el contrario, éstas brillan por su ausencia, al permitir que el billonario (en dólares estadounidense) e importante estratega e inteligente narcotraficante sinaloense, “El Chapo” haya moldeado tales medidas en su beneficio personal, con la millonaria complicidad de muchas personas, para que su segunda fuga – la primera ocurrió en el año 2001, en la prisión de “Puente Grande”, Jalisco.

En ese año, fue muy sonado el escape de Guzmán Loera registrado durante la presidencia -del panista- Vicente Fox Quesada, a éste, sus detractores le endilgaban del adjetivo del “amigo Prozac”, por su recurrente compulsividad a la ingesta de ese medicamento controlado, que le producía cierto estado de transitorio de tranquilidad. Ya entonces, los médicos especialistas comentaban que Fox Quesada –al parecer- era una persona que padecía de bipolaridad.

Ni su entonces secretario de Salud le podía controlar bien; acaso eso era la causa de sus múltiples yerros manifestados en la “conducción” del país, instrumentados desde “Los Pinos”.

Siguiendo con la veta del tema de la Inseguridad, una vez más, apreciamos lo inerme que se encuentra la sociedad mexicana. Muchos ya no creemos en las instituciones encargadas de la Seguridad Pública, ni contamos con un blindaje real que sustente nuestra tranquilidad cotidiana; somos seres vulnerables, con el agravante del generalizado sistema de la corrupción que permea y corroe las entrañas de todo tipo de instituciones que dicen “velar” por la seguridad y la justicia mexicana.

La lectura de la fuga reciente del capo sinaloense, la lectura de ese hecho es clara, por lo pronto, a Miguel Ángel Osorio Chong probablemente ya no se le percibe como seguro “precandidato” del PRI para la carrera presidencial del 2018.

Además de que el inducido “escape” de “El Chapo” Guzmán le representó al presidente Enrique Peña Nieto otro serio desacierto y creciente desprestigio como Jefe de Estado y eso es algo “imperdonable”.

¿Cuándo iniciaremos con el desarrollo del gastado concepto y esquela institucional denominado “Sistema Nacional Anticorrupción”?

¿Por qué insistir en ser un país destructivo, en vez de actuar colectivamente de manera proactiva y con un enfoque realmente democrático?

¿Por qué nos conducimos como un eje vector que defienda e impulse todas las actividades de beneficio común?

Basta ya de innecesarios y desgastantes verborreas y de insulsos y huecos mensajes partidistas, que denigran y o proponen, ni mucho menos abonan al enfoque de un armónico y sano comportamiento colectivo.

El Estado, sociedad y gobierno deben incidir en la mejor dirección de un país, que camine con certero futuro.

La Seguridad Pública y los ciudadanos tienen que ir al unísono contra la corrupción, aquí ya no caben más políticos y pseudo servidores públicos, no se diga de los arpíos y mediocres representantes populares, que replican en todo momento hechos de corrupción e impunidad, desde el municipio más humilde, pasando por cada una de las entidades federativas, hasta la cúpula de la administración del gobierno federal.

En México, requerimos con urgencia de una serie de efectivas medicinas -y no de “placebos”-, que respondan a los endémicos males que por mucho tiempo hemos padecido.

De persistir con la desgastante y nefasta espiral de la inseguridad-corrupción- impunidad que en muchas partes del territorio mexicano se presentan, nos cuestionamos: ¿Hacia dónde se dirige los destinos de esta ultrajada nación?

@Jroldana

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