Me lleva el Diablo: Chava Invita se va, pero se queda.

Alejandro Guillen

Después de 76 años de ser una tradición, la cantina Chava Invita cierra sus puertas, un daño colateral de la mala política municipal y estatal para atender la pandemia del Covid-19.

Ahí les dejo un recuerdo muy queretano.

Esté texto no es un intento de reescribir la historia de esa cantina, no es el dibujo de un cuadro del pasado, mucho menos del futuro, ni es un cuerpo sin alma; es el intento de explorar una posibilidad que se nos revela luminosa según avanza la tarde, como reivindicando el derecho a ser feliz o infeliz, según nuestras posibilidades. Es la dualidad del tiempo y el espacio.

No se pretende alterar lo ya publicado al respecto de Chava Invita, por el contrario se trata de darle soporte al cuadro original, por eso empezamos por el principio: ubicado en Héroe de Nacozari, esquina con Cuauhtémoc, frente a la vieja estación del ferrocarril, en el barrio de la otra banda, hay una nostalgia que, como los trenes, nos sugiere detener el tiempo y viajar en él para disfrutar, con toda calma, la vida, y en Chava Invita todo se puede y todo es imposible a la vez.

La última vez que estuve en Chava Invita fue hace más de un año, pero la convocatoria del Checo Hernández, para una entrevista de cantina, es simplemente irrenunciable; y como en ese entonces recordé que aquí uno puede ser educadamente rebelde, porque detener la vista, es mirar, es observar y en Chava Invita es experimentar todos los sentidos.

Un espacio de encuentro entre la modernidad y la tradición, pues Chava Invita llego para quedarse a finales de los años 50, tiempos en que, en las dimensiones de la sociedad de los queretanos de toda la vida, se establecía que las mujeres, los travestidos, los perros, vendedores, los uniformados y fauna y flora de esa naturaleza no entraban a las cantinas.

Ahora entran y salen de todo y todos.

Dicen que hasta las piedras cambian, pero las cantinas nunca, eso digo yo, y menos Chava Inivita, que seguía igual que hace décadas: en las paredes del salón siguen colgando los mismos cuadros, los mismos posters, los mismos afiches y fetiches.

Ahí, como si nunca se hubieran ido siguen los profesores – en la víspera del 15 de mayo- , los Ingenieros, Abogados, Periodistas, y otra gama de profesionales que  se han venido peleando el título del gremio más alegre, del que más bebe y convive, y muchos son los que ven en la copa, en la cantina, el  principio dialectico que nutren las paradojas y anécdotas que aparecen en su realidad, esto por supuesto, después de dos alipuses.

La verdad es que si hay algo que irrite al bebedor, es emborracharse, pero en Chava Invita, que solo invita al placer, el beber y comer es un momento memorioso, que requiere de un respeto a la tradición cantinera, porque es un sitio que sigue conservando las características de las cantinas de antes, no de las de ahora.

Frente a la estación del tren tiene Chava Invita la vieja y clásica rocola, que por unas monedas toca un son, un bolero, un pop o lo que le guste; los baños son los tradicionales cantineros para los hombres, y ya hay algún privado para las mujeres.

La botana es indispensable, sin botana no hay cantina. Claro, es picante, el platillo clásico del lugar es el espinazo a la vinagreta, con la receta de la casa desde hace más de 40 años, platillo caldoso abundante y sabroso; pero antes hay que llegarle al guacamole con chile cascabel, el clásico caldito de camarón bien caliente servido en vaso, la carne tártara, sin faltar la patitas de cerdo capeadas.

Hay más, pero hay que ir para probar.

Los que conocen, sibaritas de barrio, la acompañan con una cerveza de barril bien fría, con su tequilita al lado, para empezar, ya después se la seguirá con un brandy, ron o un escocés en las rocas.

Chava Invita es la muestra de los claroscuros del Siglo XX y del XXI, es un lugar que contribuye activamente a la conservación romántica de las cantinas tradicionales, sobreviviente del periodo de relativa tolerancia que se vivió en los años 70,80 y 90, y de esta época, es un memorial del engaño, en donde no encontrara héroes ni santos, sino parroquianos que no quieren ver su nombre ligados a la eternidad, sino al momento glorioso de beber una cerveza buen fría o un trago generoso.

Así que comer y a beber, es la consigna en Chava Invita, y como dijo el famoso poeta guanajuatense que conocía bien Querétaro, el cocodrilo Efraín Huerta: No bebas mañana lo que puedes beber hoy.

Y como dijimos al principio: Chava Invita se va pero se queda, porque dicen los que saben que nos tiene preparada una sorpresa. Esperamos.

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