Querétaro enfrenta hoy una disyuntiva que va más allá de la movilidad: El futuro del modelo de ciudad, frente a la competitividad de áreas económicas estratégicas que podrían definirse con la llegada del Tren México–Querétaro.
De hecho, está abierto un debate que no solo es técnico, sino también político y económico, sobre cuál es el sitio más adecuado para instalar la terminal de pasajeros
Mientras la Agencia Reguladora del Transporte Ferroviario propone reabrir las operaciones de la terminal de pasajeros en la antigua estación de Alcanfores — que además cuenta con 12 hectáreas disponibles, conectividad ferroviaria y valor histórico—, grupos empresariales y políticos impulsan abrir una nueva terminal en los terrenos de la Zona Militar ZM017.
El argumento: una supuesta modernización. La realidad: revalorizar sus predios y desplazar operaciones logísticas esenciales, según informes de la iniciativa privada.
Para Gabriel Rodríguez, vocero de la Terminal Intermodal de Querétaro, “alcanfores no solo tiene la reserva territorial, sino la vocación ferroviaria y la ubicación que permite conectar con el centro histórico, la terminal de autobuses y detonar una verdadera regeneración urbana en zonas patrimoniales.
De aprobarse la alternativa del campo militar, la federación tendría que construir un puente mediante un gasto por más de 2 mil millones de pesos, comprometiendo las vías que pertenecen a las rutas de carga, así como los accesos a las áreas industriales.
Los accesos ferroviarios y carretera a esa zona, fueron concebidos alrededor de 1940, y actualmente conserven su uso industrial, por ello un proyecto en la Zona Militar 17, pondrían en riesgo la competitividad de Querétaro como nodo logístico.
El dilema está claro: priorizar la vocación productiva de la ciudad o ceder ante intereses inmobiliarios que no necesariamente benefician a la Ciudad de Querétaro, sino alejan el tren de la Ciudad.