No se necita luz para que baile María Juncal en el Festival Ibérica en Querétaro

Una guitarra poderosa como la de David Caro y voces que retumban, Jesús Corbacho y Manuel Tañe

En el escenario especial instalado en el Museo de Arte Contemporáneo de Querétaro, se alistó para la presentación de la noche en el que aparece Marta Zamora primera gran actriz, quién entre versos y una bolsa de mano dice que se encuentran varios objetos que denomina son similares a los que ocupaba la abuela. Del otro lado en una banca, la bailaora María Juncal quién también interpreta, pero con su cuerpo y de repente se va la luz del recinto, interrumpiendo lo que será una pequeña obra que recién comenzaba, las intérpretes deciden bajar del escenario para esperar vuelva la energía que alimente los micrófonos tan necesarios para que los más de 100 asistentes escucharán la obra, la cual esperaban ansiosos.

De repente entre la oscuridad aparece de nueva cuenta María Juncal, acompañada de David Caro en la guitarra y los cantaores Jesús Corbacho y Manuel Tañe, quienes comenzaron a hacer lo que saben, un torbellino de sensaciones entre el cante, el baile y las cuerdas musicales, entre la improvisación y la propia magia de cada integrante, sin luz cantando fuerte y un repiqueteo intenso que se oía en todo el lugar; de la nada volvió la luz y nadie se percató de ello, todos estaban hipnotizados con la seducción del momento.

María portaba un saco de etiqueta y unos flequillos largos que recorrían su cuerpo, mismos que giraban como tornado en cada uno de los movimientos que realizaba la intérprete, mismos que coincidían con los ritmos variantes que David Caro realizaba en su guitarra, las palmas y cantos de Jesús y Manuel daban la armonía necesaria para que los tacones de la Juncal improvisen.

Se notaba la pasión y el esfuerzo en el rostro de la bailaora, el compás imperdible entre sus piernas, la experiencia en sus brazos; de la nada sin saber si terminaba o volvía a empezar con el repiqueteo de sus tacones, entre ello volvió a aparecer la actriz Martha Zamora, quién comenzo de nuevo los versos de una mujer con una voz suave que pedía hacerle caso a sus susurros.

La manos de Caro son rápidas, dominantes del ritmo, que se entrelazan entre la bailaora, pareciera que cada acordé está dirigido, sin ninguna falla, intenso y sublime, sin saber si es sta ensayado o improvisado.

Las voz de Corbacho es suave, pero a la vez raposa, intensa, de un joven que expresa todo el pasado de un cantaor bien añejado en los sabores de la historia de España, y Tañe tiene marcado en su timbre las grandes voces intensas del cante, recuerda a los grandes de Triana, cada uno se enlazo en la pasión del otro, siendo 5 en uno solo lugar.

El final fue de alegría, el público extasiado, con ganas de más, ya que siempre será insuficiente el tiempo que se esfuma dejando una eternidad en el corazón, esperando que los artistas vuelvan de nuevo a comenzar.

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