“Discurso político: su influencia en el debate público” Jesús Roldán Acosta.

“Frecuencias”

El discurso es parte medular de la comunicación política. Ningún político puede prescindir del poder que le otorga la palabra; los inteligentes lo utilizan a su favor para gobernar, ejercer liderazgo y debatir a su propia manera, estilo y ritmo con los adversarios.

 El discurso permite fijar una (s) postura (s) respecto a un (os) tema (s) o problema (s) público, esgrime razones que llevaron o llevarán a cabo los actores políticos para tomar determinadas decisiones para resolverlo.

Las estrategias que instrumentan los actores sociales (políticos) para convencer a su público se pueden clasificar en alguna de las siguientes categorías: a) lógica de los argumentos; b) emociones que sienten los asistentes al evento; c) la personalidad de los participantes en el acto público (emisores).

Por supuesto que es fundamental la claridad en la transmisión de las ideas, en tanto que contribuye a formar correctas percepciones en relación con lo que acontece en el ámbito político.

En consecuencia, la palabra adquiere gran significado, ya que lo que se comenta y cómo se dice ubica a los interlocutores en ventaja o en desventaja respecto al resto de los involucrados en el debate público.

La palabra es el instrumento, la fuerza, el arma, la vía para la “seducción” de la gente. El poder está conformado por el lenguaje y la acción.

El primero, es el sitio de una lucha discursiva en la cual suceden ciertos roces, golpeteos (manipulación, amenazas, proselitismo, promesas); el reto es lograr legitimidad a través de  la construcción de opiniones.

El segundo, es el lugar donde se ejerce la relación de poder entre gobernantes y la sociedad; el juego es el ejercicio de la autoridad a través de una dominación sustentada en las normas y en los castigos.

Una nueva imagen y un discurso creíble propician una empática relación entre emisor y receptor y constituyen rasgos de cultura política fundamental para construir y mantener la legitimidad y la confianza.

Por supuesto que ningún discurso, por muy elaborado que esté, será eficaz si no se cree y/ o no se confía en quién lo dice y cómo lo dice; con mayor razón si quien lo expresa es un pleno desconocido, como ha sido el caso del candidato del PRD a la gubernatura del estado, Adolfo Camacho Esquivel, quien sólo se dio a conocer por sus “5 minutos de fama”, al pronunciarse hace unos días con ataques directos y sin ser propositivo en contra del mensaje de Francisco Domínguez Servién en el primer Debate público organizado por la Fecapeq.

Recordemos lo expresado la semana pasada por el líder senatorial Miguel Barbosa, representante del PRD, al señalar que “lamentablemente los partidos políticos (agregaría también los candidatos), en muchas ocasiones privilegian los espacios para desatar únicamente ataques contra sus competidores y no para divulgar sus propuestas”, afirmó Barbosa. Esa observación debería hacerla suya el perredista Camacho Esquivel, para los venideros debates; uno de los cuáles se realizará el próximo 6 de mayo.

¡Para que la cuña apriete ha de ser del mismo palo!

Correo: jroldanacosta@hotmail.com  Twitter:@Jroldana

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